Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 8 de julio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Montesino
Número y páginas del Diario de Sesiones 94, 2.429 a 2.431
Tema: Casas de juego de San Sebastián

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): En San Sebastián se autorizaron unos casinos como asociaciones, pero los juegos no se han podido autorizar; de manera que se falta al objeto para que fueron autorizadas [2.429] esas asociaciones. Tengo entendido que han sido algunas veces prohibidos por el gobernador en cuanto ha estado en sus facultades, pero no sé que dificultades han ocurrido allá; el ayuntamiento quería que ciertos juegos debieran ser prohibidos, porque no estaban en la ley prohibidos, y de ahí pudo haber abusado algo. En el día parece ser que el ayuntamiento se ha convencido de que ciertos juegos no deben ser prohibidos, y creo que la autoridad podrá tener más fuerza para prohibirlos.

La legislación actual es bastante, en efecto, para perseguir esas asociaciones, porque como son públicas, allí pueden ir agentes de la autoridad; de manera que no creo que hay necesidad de remedio ninguno extraordinario, y yo daré cuenta al gobernador de lo que ha pasado aquí, para que tome las medidas necesarias.

El Sr. LASALA: Pido la palabra para una alusión personal.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Martín de Herrera): La tiene S.S.

(Habla el Sr. Lasala.)

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Martín de Herrera): La tiene V.S.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Dispense el Sr. Montesino que no haya contestado antes con toda la claridad de antecedentes, como yo hubiera deseado, a su pregunta, porque no la había oído bien; pero ahora comprendo cual es el pensamiento del Sr. Montesino, aclarado ya por el Sr. Lasala. Envuelve una cuestión difícil, porque tratándose de San Sebastián, el Sr. Lasala sabe que allí ha habido siempre afición al juego, y que no es sólo ahora, sino que ha habido ocasión en que ha tenido lugar en mayor escala que ahora; y a pesar de que había otra legislación; no se pudo del todo evitar, y es difícil; precisamente por haber entrado la autoridad en establecimientos públicos, en aquellos en que podía tener entrada, como son esos casinos que se autorizaron, es por lo que ha ido el juego a buscar otros establecimientos, en los cuales la autoridad no tiene fácil acceso; se van los jugadores a casas particulares, y allí ya es difícil perseguir el juego, no sólo con la legislación actual, sino con la antigua, porque no puede entrar la autoridad en una casa particular como lo hace en un establecimiento público, y aun cuando entre en una casa particular, se toman tales precauciones, que cuando llega al sitio donde se está jugando, ya nadie juega y se ha convertido en una reunión de sociedad. Es difícil, por tanto, que el Gobierno o sus delegados puedan proceder en esto según [2.430] sería de desear. Aquí no ha sucedido, por tanto, que se reglamente el juego, sino que en cuanto se ve perseguido, busca otro sitio en que refugiarse. Esto es lo que ha pasado en San Sebastián.

La autoridad no tiene medios ahora con arreglo a las leyes para penetrar en una casa particular contra la voluntad de su dueño; pero aunque lo tuviera, es difícil que los agentes de la autoridad sorprendan a los jugadores en el acto de jugar, porque como he dicho, en cuanto les conviene se convierte todo en una tertulia. Esta es la dificultad que ofrece siempre la persecución del juego. Sin embargo, hace poco, en Zaragoza ha sido sorprendida una casa donde se reunían varios jóvenes, al parecer para ocuparse de historia, de ciencias, y otras cosas análogas, y en cuanto les parecía, la historia y la ciencia se convertía en el libro de las 40 hojas. Yo tenía muchas quejas de varias familias que temían que aquel centro fuera la perdición de sus hijos, y encargados los agentes de la autoridad, procediendo con todo cuidado para evitar una causa por allanamiento de morada, que pudiera costarles un presidio, se llegó a sorprenderlos jugando; pero es preciso reconocer que se pudo muy bien haberlos encontrado rezando, pues según he dicho ya, desde que se entra en la casa hasta que se llega al sitio donde se juega hay tiempo más que suficiente para ocultar todo lo que revele que se está jugando, y aparentar que se está haciendo una cosa enteramente distinta. No hay, por tanto, que culpar tampoco de esto a la actual legislación, pues con el anterior sistema, poco más o menos, pasaba lo mismo por la dificultad que dejo indicada de sorprender a los que juegan en el acto mismo de jugar. A pesar de todo, se excitará de nuevo el celo de las autoridades a fin de que si no se puede extirpar del todo el mal, se aminore en cuanto sea posible.

En los cafés y demás establecimientos públicos puede indudablemente la autoridad impedir que se juzgue; pero llega un momento en que estos establecimientos, de públicos, se convierten en particulares, porque se cierra el café a ciertas horas para el público, pero queda abierto por alguna puerta secreta, o quo no es la principal, para algunos amigos, y entonces ya se encuentra la autoridad en el mismo caso que si se tratara de otra casa cualquiera.

Sin embargo, vuelvo a decir que las autoridades redoblan su celo para remediar el mal en cuanto sea posible. Respecto a lo que puedan hacer el fiscal y el juez, mi digno compañero y amigo dirá lo que le parezca sobre este particular.

El Sr. Ministro de GRACIA Y JUSTICIA (Ulloa): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Martín de Herrera): La tiene V.S.

(Habla el Sr. Ministro de Gracia y Justicia.)

El Sr. VICEPRESIDENTE (Martín de Herrera): El Sr. Montesino tiene la palabra para rectificar.

(Habla el Sr. Montesino.)

El Sr. VICEPRESIDENTE (Martín de Herrera): El Sr. Ministro de la Gobernación tiene la palabra.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Es únicamente para dar esta seguridad, y que sirva de instrucción a todas las autoridades. El Gobierno, no sólo está dispuesto a no tolerar los juegos prohibidos, sino a perseguirlos; los ha perseguido constantemente, hasta el punto de que en los casinos haya dejado de jugarse, y esa ha sido la causa de por qué el juego ha ido a buscar otras guaridas, guaridas que las ha tenido siempre en San Sebastián; yo repito ahora lo que antes, que se ha jugado mucho más que ahora, no con juegos extranjeros; así es que en lugar de la ruleta se jugaba al monte; pero se jugaba mucho más al monte que a la ruleta, a pesar de las leyes restrictivas que entonces había: la autoridad, por lo demás, no sólo tiene el derecho sino el deber de cumplir y hacer que se cumplan las leyes; pero hay algunas cosas como las que antes he citado, que no se pueden evitar; llega la hora de las once de la noche, por ejemplo, y se cierra el café; entonces aquel establecimiento público deja de serlo, y pasa a ser una casa particular que sólo la dejan abierta para unos cuantos amigos que pasan la noche muy divertidamente.

Ahora bien; yo aconsejo desde aquí a las autoridades que lo vigilen por todos los medios que están a su alcance.



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